
Dejame ver tus senos.
Ándale, que el pezón
asome su nariz sobre la barda
del corpiño.
Súbete ya la falda
que tus piernas
desnudas, blancamente
retocen colocándose la media
poco a poco, hacia arriba, del deseo.
Arrima la cadera
como una luna llena
de miel para mi noche.
Arroja ya el vestido:
no le pongas cortinas a mis ojos,
quítale a mis pupilas telarañas.
Muéstrame en fin tu sexo,
el prólogo o tus células completas.
Te invito a deletrear el infinito.
Enrique González Rojo (México)
"La nueva poesía amorosa de América Latina"
Saúl Ibargoyen y Jorge Boccanera
Editores Mexicanos UnidosS.A.