31 oct 2006

Diario, semanario y poemas en prosa


Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí.

Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mi, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro luger en donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú vienes toda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de Dios, haste que yo te digo que tengo hambre y sueño.
Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo. Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?


Jaime Sabines

25 oct 2006

El recuerdo


Una pena repta por su ombligo. Ayer
(ayer) me dijo oblicuamente amor mío y
hoy, hoy tengo que ser áspera con la memoria,
enlazar las manos con ansiedad,
tomar cafés,
hacerme cueva o nimiedad.


Concha Martínez

21 oct 2006

Querido coleccionista


"Querido coleccionista:

Le odiamos. La sexualidad pierde su fuerza y su magia cuando se hace explícita, automática, exagerada, cuando se convierte en una obsesión mecánica. Llega a ser aburrida. Usted nos ha enseñado mejor que nadie lo erróneo que es no combinarla con la emoción, la sed, el deseo, la lujuria, los antojos, los caprichos, los lazos personales, las relaciones más profundas, que cambian su color, su sabor, sus ritmos y sus intensidades.
No sabe usted lo que se pierde con su análisis microscópico de la actividad sexual y la exclusión de todo lo demás, sin el combustible que la enciende: lo intelectual, lo imaginativo, lo romántico, lo emotivo. Es todo esto lo que da a la sexualidad sus sorprendentes texturas, sus sutiles transformaciones, sus elementos afrodisiacos. Usted reduce el mundo de sus sensaciones. Lo está marchitando, lo hace pasar sed, lo deja sin sangre... No hay dos pieles que tengan la misma textura, nunca hay la misma luz, ni la misma temperatura ni las mismas sombras, ni tampoco el mismo gesto; porque el amante, cuando está encendido por un verdadero amor, puede recorrer la interminable historia de tantos siglos de cuentos de amor. Una enorme gama, enormes cambios de época, variaciones de madurez e inocencia, perversidad y arte, animales graciosos y naturales..."

Anais Nin
"Diarios"
Diciembre de 1941

19 oct 2006

Kinski


Como está de espaldas, no le veo la cara. Está parada delante de una boutique de Montparnasse, mirando el escaparate. Solo veo su culo respingón, que me hipnotiza desde la vereda de enfrente. Esos culos solo lo tienen las negras, pienso con un cosquilleo en los cojones. La primera que saboreé fué una estudiante norteamericana, en París, antes de conocer a Jasmín. Sus untuosas secreciones, cuya lava blanca se vertió sobre mi cara y en mi lengua, tenían un sabor intenso y exótico, como de miel silvestre. Despedía un olor tan sensual, a mujer-animal que no supe por qué acabé mareándome: si por su olor o por los muchos orgasmos.
Me chifla el olor de las negras. Cruzo la calle y me coloco tan cerca de ella que mi polla tiesa casi roza sus nalgas. Su ansiosa cara de animal se refleja en el vidrio del escaparate. Se gira hacia mí: cara a cara con esa negra folladora pura sangre, balbuceo una retahila de chorradas tan indescriptible que ella se limita a sonreir y a ponerme en los labios dos dedos de su mano algo húmeda, como queriendo decir: "reserva tu aliento para el polvo".

Klaus Kinski
"Yo necesito amor" Memorias
Editorial Tusquets

18 oct 2006

Delmira



"...Vamos mas lejos en la noche
vamos donde ni un eco repercuta en mi
como una flor nocturna allá en la sombra
me abriré dulcemente para ti."

Delmira Agustini
1886-1914