26 oct 2007


"Hay mujeres que prefieren dejar insatisfecha a su pareja de turno antes que ser reducidas a objetos de placer. (Es historia conocida: deja a su marido, se casa con su amante y lo engaña con el jardinero.) Bueno, Lucía era todo lo contrario. No sólo ella se reducía a objeto de placer. También reducía todo lo que la rodeaba a objeto de placer, incluído yo. Como un Midas de bazar, en sus manos los músculos se transformaban en vasos de vidrio irrompible que merecían ser puestos a prueba. Vieron la película coreana "Mentiras" ? Bueno, nuestra relación era parecida a eso. Teníamos una vara de mimbre. Y a veces era yo el que le dejaba las nalgas ardiendo a ella. Es impresionante la temperatura que puede levantar la piel. Y el placer de sanar es inmenso. Empieza unos segundos después del último golpe.
Algunas tentaciones nos angustian por su novedad. A veces el goce se vuelve algo insoportable. Besar un moretón, lamer una herida.
-Me das miedo, Lucía -decía yo por teléfono, mientras me preparaba para salir a verla."


25 oct 2007

" Marluscha, la cálida mujerona húngara, se precia de su inextinguible ardor amoroso, mucho más violento que lo habitual entre sus compañeras de sexo. Ella ama ininterrumpidamente y en su imaginación no se proyecta la sucesiva serie de imágenes voluptuosas, que a los demás habitualmente nos distraen, sino que de un modo fijo y constante, permanece la efigie de un húsar moreno de puntiagudos bigotes. Claudia, la refinada francesa de apellido vulgar, distingue con su olfato hasta trescientos diez aromas diferentes. Gregoria, moza levantina de nacionalidad indeterminada, insiste en que puede resistir el peso de un campeón de grecorromana sin que se altere el ritmo de su respiración. Finalmente, Lola consagra su amor a los pájaros y habiéndoles acostumbrado a tomar alpiste entre sus labios, afirma que nada hay comparable al suave picoteo de sus aéreos tentadores. "

Luis Martín Santos
Prosas profanas (fragmento)

24 oct 2007

Cualquier demanda déstos me provoca;
mas, sobre todo, amor
tras sí me tira,
viendo mandar dos lenguas en una boca.

Una boca grande
no es falta en mujer,
que para dos lenguas
todo es menester.

Poesía erótica de los Siglos de Oro.
Edición de Pierre Alzieu, Robert Jammes e Yvan Lissorgues.
Barcelona- Crítica, 2000

13 oct 2007


"...En el albergue transitorio la distancia se deshace. El tapizado de espejos, muebles de imitación caoba, el jacuzzi a la vista, el olor a desodorante de ambiente, la música funcional, apuran la familiaridad que en cada encuentro tarda en llegar. El habla, sí, deja que su voz de bajo se expanda, como le gusta a ella.
Virginia lo desviste y se complace observando y luego repasando con la lengua la rápida erección que convierte una pija de tres centímetros en una aceptable vara de quince. Así, desnudo, él le pregunta que quiere escuchar ese día. Sin contestar, ella hunde su mano debajo de la pollera, repasa el doblez de su vagina y se concentra en el pistillo del clítoris. Siente la suave aspereza lampiña y luego la rebaba del flujo, como esmalte, en la uña. Se lleva el dedo a la boca, vuelve a hundirlo en esa conchita que ahora parece apelmazada en la carne llena del clítoris, extrae una capa gruesa de flujo y la esparce por las tetas firmes y omniscientes de El Oso."




Fragmento de "Ojo de pez"
de Oliverio Coelho ,
extractado de "En Celo", 2007.