12 oct 2005

El arte de amar

Créeme, no te afanes en llegar al término de la dicha; demóralo insensiblemente y la alcanzarás completa. Si das en aquel sitio más sensible de la mujer, que un necio pudor no te detenga la mano; entonces notarás cómo sus ojos despiden una luz temblorosa, semejante al rayo del sol que se refleja en las aguas cristalinas; luego vendrán las quejas, los dulcísimos murmullos, los tiernos gemidos y las palabras - apropiadas a la situación; pero no permitas que se quede atrás desplegando todas las velas ni consientas que ella se te adelante. Entrad juntos en el puesto. La cúspide del placer se goza cuando los dos amantes caen vencidos al mismo tiempo. Esta es la regla que indico, si puedes disponer de espacio y el miedo no te obliga a apresurar tus robos placenteros; mas si en la tardanza se esconde el riesgo, es preciso bogar a todo remo y clavar el acicate en los ijares del corcel.

El arte de amar
Ovidio Nasón (43 a.C. - 18 d.C.)