28 oct 2005

Poema Nº XII



Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, se despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehuyen, se evaden y se entregan.

Oliverio Girondo

26 oct 2005

Súbete ya la falda



Dejame ver tus senos.
Ándale, que el pezón
asome su nariz sobre la barda
del corpiño.
Súbete ya la falda
que tus piernas
desnudas, blancamente
retocen colocándose la media
poco a poco, hacia arriba, del deseo.
Arrima la cadera
como una luna llena
de miel para mi noche.
Arroja ya el vestido:
no le pongas cortinas a mis ojos,
quítale a mis pupilas telarañas.
Muéstrame en fin tu sexo,
el prólogo o tus células completas.
Te invito a deletrear el infinito.

Enrique González Rojo (México)
"La nueva poesía amorosa de América Latina"
Saúl Ibargoyen y Jorge Boccanera
Editores Mexicanos UnidosS.A.

22 oct 2005

MOJANDOLO TODO

TENDIDA
CON LOS MUSLOS COMO ALAS ABIERTAS

DISPUESTAS AL VUELO... ME INCITAS,
ME INVITAS A VIAJAR POR LACTEAS VIAS
Y NEGROS AGUJEROS LEVEMENTE DESVELADOS
POR TU MANO QUE JUEGA
CON PUDORES Y SUDORES ENJUGANDO,
ENTRE PETALOS DE CARNE, EL ESTIGMA
DE TU FLOR MÁS DESNUDA,
MOJÁNDOLO TODO

MOJÁNDOLO TODO
VOLANDO POR UNIVERSOS DE LICOR.
HUMEDAS LLAMAS
LOS LABIOS QUE CON TUS DEDOS
DELICADAMENTE DELATAS, DILATAS PARA MÍ,
MOSTRÁNDOME, OBSCENA LA CUEVA DEL MILAGRO
POR DONDE MANA EL LIQUIDO RAYO DE LA VIDA,
INCANDESCENTE FUENTE, LECHOSA LAVA,
SALPICADURAS DE AGUA PROFUNDA QUE INUNDA
MOJÁNDOLO TODO
MOJÁNDOLO TODO
VOLANDO POR UNIVERSOS DE LICOR…
MI BOCA
BESANDO TUS LABIOS INCENDIADOS
SE DISPONE A BEBER EN TU CÁLIZ DE POLEN YLICOR
Y, ENTRE ZUMOS Y ZUMBIDOS DE OLAS Y ALAS,

LIBIDINOSAMENTE LIBAR EL NECTAR
DE LA FLOR DE TUS MAREAS...
LAMIENDO LA MIEL SALADA QUE TE FLUYE
Y QUEMA MI LENGUA QUE VIBRA,
LASCIVA, ENTRE SAVIA Y SALIVA
MOJÁNDOLO TODO
MOJÁNDOLO TODO
VOLANDO POR UNIVERSOS DE LICOR.
MIS ALAS
DE CERA BATIENDO, COMBATIENDO TU FUEGO

DE OLEADAS DE ARDIENTES ESPUMAS Y PLUMAS
E ICARO VOLANDO TAN ALTO, TAN ALTO...
QUE A PUNTO DE ENTRAR EN EL JARDÍN DEL EDEN,
FUNDIDO SU VUELO POR TU DERRAMADO SOL
CAE, COMO EL ANGEL EXTERMINADO,
AL MAR DE LOS NAUFRAGIOS,
MOJÁNDOLO TODO…

MOJÁNDOLO TODO
VOLANDO POR UNIVERSOS DE LICOR...

LUIS EDUARDO AUTE
ALEVOSÍA ´96

19 oct 2005

Primer canto a la desnudez


La desnudez es bella en el recogimiento
en la posesión de sí.

El ejercicio es quitarse una prenda y una atadura.
Terminar desnudo
libre volátil
sin posesiones.

Concluir en la inconmensurable presencia
de sí mismo en sí mismo
a todo lo largo ancho y profundo de sí mismo.

Una vez desnudo
vocalizar el lenguaje de la piel
traducir lo que dice una célula a la otra
caminar y percibir el movimiento de los dedos
verificar la exactitud del mecanismo de la vida
saborear la perfección del cuerpo
“hacerle verso al universo”.

El ejercicio es éste:
desnudarse y ser.

HERNÁN DARIO BLAIR

El primer beso

El primer beso. Sabe a café, a vino, a dentífrico o a tabaco. Todo debiera estar en él. Todo está en él. Se sabe ya todo en el primer beso. Si le amarás. Si te amará. Cómo hará el amor y cómo no. Todo está en el lenguaje de los primeros labios. Si te maltratará, cómo acabará. Todo el abismo entre las almas está ahí, la infinita distancia entre dos lenguas, el precipicio entre las bocas. Si puede ser o no será. La historia está escrita en nuestros labios. Nos emociona tanto que olvidamos leerla.

Eugenia Rico
"La edad secreta"

14 oct 2005

Recorriendote



Quiero morder tu carne,
salada y fuerte,
empezar por tus brazos hermosos
como ramas de ceibo,
seguir por ese pecho con el que sueñan mis sueños
ese pecho-cueva donde se esconde mi cabeza
hurgando la ternura,
ese pecho que suena a tambores y vida continuada.
Quedarme allí un rato largo
enredando mis manos
en ese bosquecito de arbustos que te crece
suave y negro bajo mi piel desnuda
seguir después hacia tu ombligo
hacia ese centro donde te empieza el cosquilleo,
irte besando, mordiendo,
hasta llegar allí
a ese lugarcito
-apretado y secreto-
que se alegra ante mi presencia
que se adelanta a recibirme
y viene a mí
en toda su dureza de macho enardecido.
Bajar luego a tus piernas
firmes como tus convicciones guerrilleras,
esas piernas donde tu estatura se asienta
con las que vienes a mí
con las que me sostienes,
las que enredas en la noche entre las mías
blandas y femeninas.
Besar tus pies, amor,
que tanto tienen aun que recorrer sin mí
y volver a escalarte
hasta apretar tu boca con la mía,
hasta llenarme toda de tu saliva y tu aliento
hasta que entres en mí
con la fuerza de la marea
y me invadas con tu ir y venir
de mar furioso
y quedemos los dos tendidos y sudados
en la arena de las sábanas.

Gioconda Belli
Nicaragua

12 oct 2005

El arte de amar

Créeme, no te afanes en llegar al término de la dicha; demóralo insensiblemente y la alcanzarás completa. Si das en aquel sitio más sensible de la mujer, que un necio pudor no te detenga la mano; entonces notarás cómo sus ojos despiden una luz temblorosa, semejante al rayo del sol que se refleja en las aguas cristalinas; luego vendrán las quejas, los dulcísimos murmullos, los tiernos gemidos y las palabras - apropiadas a la situación; pero no permitas que se quede atrás desplegando todas las velas ni consientas que ella se te adelante. Entrad juntos en el puesto. La cúspide del placer se goza cuando los dos amantes caen vencidos al mismo tiempo. Esta es la regla que indico, si puedes disponer de espacio y el miedo no te obliga a apresurar tus robos placenteros; mas si en la tardanza se esconde el riesgo, es preciso bogar a todo remo y clavar el acicate en los ijares del corcel.

El arte de amar
Ovidio Nasón (43 a.C. - 18 d.C.)

11 oct 2005

Historia de O

¿Por qué Sir Stephen no acercaba a ella su boca, por qué no ponía una mano en los pezones que él había deseado ver erguirse y que ella sentía estremecerse, por más inmóvil que se mantuviera, sólo con respirar? Él se acercó, se sentó en el brazo del sofá y no la tocó. Estaba fumando y, a un movimiento de su mano, que O nunca supo si había sido involuntario, un poco de ceniza casi caliente fue a caerle entre los senos. Ella tuvo la sensación de que quería insultarla con su desdén, con su silencio, con su atención impersonal. Sin embargo, él la había deseado poco antes, la deseaba todavía, ella lo veía tenso bajo la fina tela de la bata. ¿Por qué no la tomaba, aunque fuera para herirla? O se odiaba a sí misma por aquel deseo y odiaba a Sir Stephen por su forma de dominarse. Ella quería que él la amara, ésta es la verdad; que estuviera impaciente por tocar sus labios y penetrar su cuerpo, que la maltratara incluso, pero que, en su presencia, no fuera capaz de dominar el deseo.

"Historia de O"
Pauline Réage / Dominique Aury (1907-1998)

10 oct 2005

La moral del sexo

Como siempre he sido tan dada a sistematizar mis expresiones, llegué a formar el siguiente principio: existen dos clases de moral en el mundo: la oficial, que cimienta las leyes de la sociedad burguesa y que nadie puede quebrantar impunemente, y la natural entre los dos sexos, cuyo resote más poderoso es el placer.Naturalmente, yo no conocía aún esta ética; la adivinaba, apenas, por instinto, sin que hubiese sabido formularla. He reflexionado después serenamente y cada vez he confirmado más esta doble naturaleza de la ética. Lo que es moral, por ejemplo, entre los árabes, es inmoral entre los cristianos. La moral en la antigüedad era distinta a la de la Edad Media, y lo que era permitido en este tiempo repugnaría, seguramente, a nuestras sociedades modernas. La más suprema ley de la Naturaleza es la unión íntima entre el hombre y la mujer; pero la forma en que ha de realizarse esta unión depende del clima, de las convicciones religiosas y del orden social. Nadie puede, sin castigo, cometer una trasgresión de las leyes que le han sido impuestas. Y esta restricción ejerce la más grande influencia sobre los placeres de la voluptuosidad, haciéndolos ilícitos o, por lo menos, secretos. ¡Como si pudiese existir algo contrario al natural y avasallador impulso de la carne!...

Memorias secretas de una cantante
Wihelmine Schraeder-Devrient (1804-1860)

9 oct 2005

El libro de la almohada

Para encontrarse con el amante el verano es la estación apropiada. En verdad, las noches son muy cortas y la claridad avanza antes de que una haya pegado un ojo. Como todas las celosías quedan abiertas, permaneciendo acostados se puede ver el jardín en el frío aire matinal.
Quedan aún algunas caricias que intercambiar antes de que el caballero se retire, y mientras se murmuran cosas, de repente se escucha un ruido sordo. Por un instante están seguros de que han sido descubiertos, pero es sólo el graznido de un cuervo que pasa volando por el jardín.
En invierno, cuando hace mucho frío y una está sepultada bajo la ropa de cama escuchando las amorosas palabras de su amante, es una delicia oír el sonoro gong del templo, que parece salir del fondo de un pozo. Los primeros cantos de las aves, que todavía ocultan sus cabezas bajo las alas, suenan extraños y en sordina. Luego los pájaros, uno tras otro, cantan respondiéndose. Placentero es yacer oyendo el sonido que se vuelve más nítido.

El libro de la almohada
Sei Shônagon (966-1025)

8 oct 2005

El amante de Lady Chaterley

- No me preguntes esas cosas ahora. Déjame en paz. Me gustas. Te amo cuando estás en la cama conmigo. Una mujer es una cosa adorable cuando se la jode a fondo y el coño es bueno. Te amo, amo tus piernas, amo tu forma, y amo todo lo que tienes de mujer.
Me gusta la mujer que hay en ti. Te amo con el cuerpo y con el corazón. Pero no me hagas estas preguntas ahora. No me hagas hablar ahora. ¡Déjame en paz! ¡Déjame en paz!
Y el hombre puso suavemente la mano sobre el monte de Venus de Connie, sobre el vello suave, castaño, femenino, y se quedó quieto y desnudo en la cama, con la cara inmóvil y físicamente abstraída, con una cara casi como la de Buda.

El amante de Lady Chaterley
D.H. Lawrence
(1885-1930)

7 oct 2005

A su manera

-Pero quiero hacer el amor contigo. No sólo tener sexo.
-¿Y eso qué implica?
-Comunicación. Intensidad. No sé.
Mi corazón se encoge. Entre las ventajas de haber cunmplido los cuarenta, para mí, se incluyen: no tener que cambiar pañales, no tener que ir a sitios donde la gente baila y no tener que ser intensa con la persona con quien vivo.
-Por favor, inténtalo a mi manera -dice David lastimeramente.
Así que lo hago. Le miro a los ojos, le beso como él quiere que le bese, nos demoramos largo rato en cada cosa y, finalmente (sin que yo llegue al orgasmo, por cierto), me quedo tendida sobre su pecho mientras él me acaricia el pelo.
Le he hecho, sí, y casi como él dice, pero no le veo la gracia...

Nick Hornby
"Cómo ser buenos"
Anagrama. Barcelona, 2004

Mallanaga Vatsyayana - Capítulo 2.3

"...No hay un orden establecido para los besos, arañazos y mordiscos, ya que se dan en momentos de excitación. Se recurre a los mismos, generalmente, antes de la unión, mientras a los golpes y gemidos durante el desarrollo de la misma. Vatsyayana sostiene, por el contrario, que todo se puede hacer en cualquier momento, ya que la pasión no conoce diferencias. Durante la primera unión conviene valerse de los mismos, con una mujer que ya sienta confianza, no demasiado abiertamente y en forma alternativa; en las siguientes, se practican con mucho ardor y en grupos particulares, para inflamar el deseo.
Se besa la frente, la cabellera, las mejillas, los ojos, el pecho, los senos, los labios y la boca; en Lata también la ingle, los sobacos y la zona por debajo del ombligo. A causa de la excitación, y por las costumbres locales, hay muchos otros sitios, pero no todas las personas tienen que recurrir a los mismos; es la opinión de Vatsyuyana."

Mallanaga Vatsyayana
Variedades del beso

Asfixia

Puede pasar que en el tren yendo del trabajo a casa abras la puerta de un lavabo y te encuentres a una morena con el pelo recogido y solamente unos pendientes largos temblando junto a su cuello liso y blanco, y que esté sentada dentro con la ropa de la cintura para abajo en el suelo. La blusa abierta sin nada debajo más que las manos sujetando los pechos. Las uñas de las manos, los labios y los pezones del mismo tono entre marrón y rojo. Las piernas tan blancas como el cuello y lisas como un coche que podrías conducir a doscientos cincuenta por hora, y su pelo igual de moreno en todas partes. Y ella se lame los labios.
Cierras de un portazo y dices:
-Lo siento.
Y del interior sale una voz que dice:
-No lo sientas.

Chuck Palahniuk
"Asfixia"
Ed. Mondadori, Barcelona 2001.

6 oct 2005

Hay que matar

Rosario cayó sobre él.Estaban solos, Rosario y Byron Roberts, y Rosario cayó sobre él, vertiginosa, desnuda, cruel.
Rosario no gruñía. Rosario no jadeaba. Rosario no gemía. Rosario no se permitía el suspiro. Rosario no se permitía los estertores que acompañan la destilación de las leches.
No, no fue sobre la tabla de la mesa en la que cenaban ella, Farrell y Byron Roberts. No fue en el piso de la comisaría, ni en un recoveco que oliese a encierro, a desechos que esperaba el fuego. Fue en la cama que Farrell compró a plazos.
Rosario le quitó la ropa a Byron Roberts, y tendió a Byron Roberts en la cama que Farrell compró a plazos. Lo tendió boca arriba, y lo domó.

Andrés Rivera
"Hay que matar"
Alfaguara, Buenos Aires, 2001

No es nada de tu cuerpo

No es nada de tu cuerpo,
ni tu piel, ni tus ojos, ni tu vientre,
ni ese lugar secreto que los dos conocemos,
fosa de nuestra muerte, final de nuestro entierro.
No es tu boca -tu boca
que es igual que tu sexo-,
ni la reunión exacta de tus pechos,
ni tu espalda dulcísima y suave,
ni tu ombligo, en que bebo.
No son tus muslos duros como el día,
ni tus rodillas de marfil al fuego,
ni tus pies diminutos y sangrantes,
ni tu olor, ni tu pelo.
No es tu mirada -¿qué es una mirada?-
triste luz descarriada, paz sin dueño,
ni el álbum de tu oído, ni tus voces,
ni las ojeras que te deja el sueño.
Ni es tu lengua de víbora tampoco,
flecha de avispas en el aire ciego,
ni la humedad caliente de tu asfixia
que sostiene tu beso.
No es nada de tu cuerpo,
ni una brizna, ni un pétalo,
ni una gota, ni un gramo, ni un momento:
Es sólo este lugar donde estuviste,
estos mis brazos tercos.

Jaime Sabines

4 oct 2005

Solitary pleasure

Ella humedeció el dedo mayor con su lengua y empezó a deslizarlo por entre los pliegues rosados de su vagina...

2 oct 2005

La historia del ojo

"En el rincón de un corredor había un plato con leche para el gato: “Los platos están hechos para sentarse”, me dijo Simona. “¿Apuestas a que me siento en el plato?” —”Apuesto a que no te atreves”, le respondí, casi sin aliento.
Hacia muchísimo calor. Simona colocó el plato sobre un pequeño banco, se instaló delante de mí y, sin separar sus ojos de los míos, se sentó sobre él sin que yo pudiera ver cómo empapaba sus nalgas ardientes en la leche fresca. Me quedé delante de ella, inmóvil; la sangre subía a mi cabeza y mientras ella fijaba la vista en mi verga que, erecta, distendía mis pantalones, yo temblaba.
Me acosté a sus pies sin que ella se moviese y por primera vez vi su carne “rosa y negra” que se refrescaba en la leche blanca. Permanecimos largo tiempo sin movernos, tan conmovidos el uno como el otro.De repente se levantó y vi escurrir la leche a lo largo de sus piernas, sobre las medias. Se enjugó con un pañuelo, pausadamente, dejando alzado el pie, apoyado en el banco, por encima de mi cabeza y yo me froté vigorosamente la verga sobre la ropa, agitándome amorosamente por el suelo. El orgasmo nos llegó casi en el mismo instante sin que nos hubiésemos tocado..."

La historia del ojo (fragmento)
George Bataille