19 nov 2005

El hombre sentado en el pasillo

Él espera. Ella devuelve su rostro a la sombra con los ojos cerrados y a su vez espera.
Entonces, a su vez, él lo hace.
Lo hace primero encima de la boca. El chorro se estrella en los labios, en los dientes ofrendados, salpica los ojos, el cabellos y luego baja por el cuerpo, inunda los pechos, lento ya en el fluir. Cuando llega al sexo se renueva, se estrella en su calor, se mezcla a su leche, espuma, y luego se agota. Los ojos de la mujer se entreabren sin mirada y vuelven a cerrarse. Verdes.


Marguerite Duras (1914-1996)
"El hombre sentado en el pasillo "