31 may 2009


Había una muchachita muy joven en el grupo;no tendría más de quince o dieciséis años de edad. No dejaba que la tumbaran en el sofá, pero acariciaba los rostros y los pechos de las chicas que se complacían con la candela. Grushenka la rodeó con su brazo y le susurró al oído:
— ¿ Quieres hacer por mí todo lo que yo haga por ti?... ¿Todo?
La muchacha asintió tímidamente; Grushenka entonces la tumbó en la alfombra, le levantó las enaguas y se puso a besarle el vientre; la muchacha era cosquillosa y se rió.
Grushenka le abrió las piernas y metió su cabeza entre los muslos de la niña. El lindo montecilio de Venus casi no tenía pelo aún; la muchacha luchaba contra la intrusión y se movía un poco, pero eso sólo servía para incitar más a Grushenka a poner en práctica lo que había aprendido durante su estancia en el establecimiento de baños de la señora Brenna.
La muchacha suspiró, arqueó su cuerpo, pegándose a la boca de Grushenka cuando se produjo el orgasmo. De hecho, la muchachita era virgen, y era la primera vez que obtenía un orgasmo. Se quedó rendida, sin moverse, con los labios ligeramente entreabiertos, sonriente y agotada.


"Grushenka"
Anónimo del siglo XVIII