“…estamos abiertos otra vez un pequeño
y húmedo batracio de piel lisa y ojos de
desnudo
azulejo vivo
y sin domesticar sin respetar los estiletes
eran ofrendas de musgo y papeles que
se curvan al acercarles la llama de un fósforo
.Todo era
tinta que se derrama, niebla sobre el pastizal
que se borra,
cuadernos viejos de tapas arrancadas
¿Dónde estás sabor de la noche, sorpresa de los
baños
con puertas escritas por rouge, carteles flojos
en un viento
de astillas fijas?
¿Me querías delatora? al fin contando las
vergüenzas de una garganta acariciada al fin
confesa
duerme sobre mi lengua, idioma que te
pierdes en los asientos traseros de los taxis.
Escombros de
mi boca. Saliva de lentos mástiles. Bandera
arrancada y
tirada sobre el cabello de los muertos.
¿Me querías de uñas esmaltadas, estúpida, de
tacos
dejados en la escalera? ¿Me querías estimulante
en una
sábana cruda, mordiendo bordes, poseída y sin
nadie?
pídele paz a esas sienes insoladas, a ese
tajo en el vientre en la pollera ese tajo de
milonga
arrastrada
y sin domesticar afilando tu tijera en la caja
de costura.
tu cabello cae trenzado
y aún escribes inclinada contra el foco.
Todavía silvestre errabas entre mármoles
y no había suavidad, ni misales con dorados
rezos, ni pena
tenías, ni un jarro para calentar café.
Tu proximidad con el desastre era lo que
tardarías en
caer desde tus tacos de alto negro
¿para qué esa rasada tela nocturna? ¿y las
escamadas
estrellas que se estremecen, como un
desparramado pez,
en la saliva de una boca que es noche sueño que
se repite
incompleto pesadilla que habla por pasillos
donde se
apagaron las lámparas?
deja tu lengua en mi lengua como a una
hermana siamesa como criaturas que aman su
imperfección.
No quiero el reposo de los que se estiran al
sol,
apretados al agua lavada de las piscinas
no confío en el pudor. Dame hambre y bestias
y corrales de piedras encajadas y páramos
lluviosos con
sombra impresa de líquenes
dame desorden muletas que derivan en sótanos
inundados columnas encaladas y piedad
quejidos en las cúpulas volcadas de la ciudad
sin patria
seres expulsados de las mesas familiares,
heridos entre
el estallido de las copas, entre pocillos de
porcelana que
transparentan la oscuridad de las manos
seres sutiles vagamente sospechosos
dame esa sangre de los atravesados por un
familiar
cuchillo de cocina
porque no callaron cuando debían
y cayeron con un trémulo ramito de perejil
entre los dedos
que son vapor ahora blancas desenvolturas de un
aliento que pide.
era turbada por algunas palabras.”
LA INTENSIDAD DE LAS VICTIMAS (fragmento)
LEONOR GARCÍA HERNANDO
(Tucumán, Argentina, 1955-Buenos Aires, 2001)
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