6 ene 2007

The libertine


Permítanme que sea franco en el comienzo: no les agradaré.
Los caballeros sentirán envidia y las damas repugnancia.
No les agradare ahora, y les agradaré muchísimo menos a medida que avancemos.
Damas, un anuncio: estoy pronto para eso todo el tiempo.

No es un alarde o una opinión. Es un hecho medico totalmente …rígido.Yo la meto, saben. Y me verán metiéndola y suspiraran anhelantes…no lo hagan. Es un problema para ustedes y estarán mejor observando y sacando sus conclusiones desde una distancia, que si tuvieran mi miembro debajo de sus enaguas.
Caballeros: no desesperen. Estoy pronto para eso también y la misma advertencia es pertinente. Apaciguen sus pobres erecciones hasta que haya dado mi opinión pero luego, cuando forniquen – y luego fornicarán - lo esperaré de ustedes y sabré si me han decepcionado.
Quiero que forniquen. Con mi imagen viril vibrando en sus gónadas.
Sientan como era para mí, como es para mí, y pregúntense:
“¿fue ese estremecimiento el mismo estremecimiento que él sintió?”
“¿conoció él algo mas profundo?
O hay alguna pared de deshicha que todos aporreamos con nuestras cabezas en ese luminoso momento infinito…?

Eso es todo.
Ese es mi prólogo.
Nada en rima, ninguna declaración de modestia.
No aguardaban eso, espero.
Soy John Wilmot, segundo conde de Rochester,
y no quiero agradarles.-


Mónologo inicial
"The Libertine"