11 dic 2006

J


El detuvo su auto antes de llegar a destino.
El afirmó -no dudó un instante- que ella sabía que la miraba, que la mira siempre.
El le preguntó si de verdad creía que era solo un niño. Dios. Eso le venía diciendo desde hace meses y meses, en esos corredores del lugar donde ambos trabajaban: "Sos un bebé, no dá..."
Ella sonrió (sabia que no lo era, o si -pero no importaba-).
El vió la señal, tomó su cara entre sus manos y la acercó a su boca, temblando. La besó mucho, mucho...salía de su boca y besaba sus párpados cerrados, la comisura de sus labios, su cuello, sus brazos...
Ella lo dejaba hacer y observaba su rostro casi perfecto, la sonrisa de publicidad, el cuerpo marcado, el pelo desprolijo por esos escarceos...su sexo duro apretando su costado.
Sintió sus pezones erectos, respiraba agitada... esa sensación de sentirse poderosa y esclava a la vez. Cada uno elige su propio infierno, solía decirse. Sería esta la próxima estación...?
Detuvo sus manos, mientras él la miraba entre frustrado y suplicante...si, era un niño.
Y la miraba como la mira siempre.
Ella se acercó despacio y le susurró al oído, mientras desabrochaba su camisa:
"no digas que no te avisé".
Esa noche de octubre todavía no terminaba, y ella que habia avisado, supo que habia niños que sabian querer como hombres, y que habia mujeres que -increiblemente- no habian dejado de ser niñas. Por suerte.